jueves, 17 de febrero de 2022

               

                   

                           Miguel Bosé: lo que hay es lo que ves.

 

El artista habla sobre sus memorias, y con 45 años de carrera; algo ha aprendido, y no es necesario estar de acuerdo para apreciar la profundidad de sus opiniones.
 
Su larga y exitosa carrera en la música no precisa mayores recuentos, se dice que ha vendido más de 60 millones de copias con sus álbumes y sus canciones han marcado a Iberoamérica durante cinco décadas. Su trabajo audiovisual ha dejado registros al lado de figuras como Klaus Kinski, Pedro Almodóvar y Alejandro González Iñárritu. Bosé nació, creció, se consolidó y se ha mantenido en las grandes ligas.
Parte de su historia está contada en la autobiografía El hijo del Capitán Trueno, que se lanzó hace pocos meses, y el resto de su vida será contado en una serie televisiva.
A pesar de su sorprendente amabilidad, no se trata -obviamente- de un entrevistado fácil, y hay momentos en los que puede sentirse que la charla se da sobre una cuerda floja. En los últimos años, sus declaraciones han despertado múltiples polémicas en temas muy delicados, pero su historia y posición le ofrecen una perspectiva que le ayuda a defender sus posiciones con inteligente determinación, simplemente siendo Miguel Bosé. 

¿En qué momento decide usted escribir su autobiografía? 

El libro empezó a darse en Panamá, en unas conversaciones con Juan Esteban Constaín, mi amigo escritor colombiano. Él iba a entrar en el proyecto y al final dijo, “No voy a hacerlo porque tú eres muy capaz de hacerlo solo, simplemente tienes que escribir las anécdotas que cuentas, tal y como las cuentas, con las mismas palabras, el mismo tono y esa inconfundible forma de hablar las cosas que tienes. Con eso está absolutamente listo el libro”. Y empecé a escribir en Panamá, paré porque no había fluidez, en una segunda vez tampoco se dio, y cuando llegué a México el año pasado, me puse en serio y empezó a salir todo, hasta que en marzo lo tenía acabado. Tenía acabadas los 800 y pico de páginas originales que luego tuve que cortar y cribar porque al leerlo me di cuenta de que había algunas cosas que eran repetitivas y otros bloques que no eran tan necesarios, que eran más personales, o eran más ganas de contar cosas con personajes que tampoco aportaban mucho a la historia, al núcleo de la historia de mi vida.

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